ACTIVIDAD • Como ejercicio
individual, realicen la siguiente reflexión y tomen nota: Durante su formación:
- ¿Recuerdan a maestras o maestros que hayan impactado de manera positiva su vida
profesional?
- ¿Quiénes eran?
- ¿Cómo los describirían?
- ¿Qué los identificaba o
bien, qué los caracterizaba?
En colectivo, intercambien estos recuerdos o
vivencias personales que dejaron huella en su memoria profesional y elaboren un
listado de las características de las maestras y maestros que les ayudaron a
tomar decisiones importantes en la vida o que forman parte del anhelo
profesional que anima su trabajo docente. • Realicen la lectura del texto
Competencias Docentes en el Siglo XXI de Gloria de la Garza Solis y tomen nota
o resalten, aquellos aspectos con los que están de acuerdo sobre la formación
del docente en la actualidad.
Me precio de haber contado con
varios buenos profesores en los diferentes niveles del sistema educativo, tan
buenos como para estimular una sed permanente de conocimiento e inspirarme a
estudiar la Licenciatura en Pedagogía y dedicarme a la docencia. Recuerdo en
particular a quienes impartían español en secundaria y bachillerato, porque me
infundieron el amor por la palabra. En la universidad recibí la luz de
excelentes académicos: uno de ellos fue el maestro Víctor Palencia.
En mi
carrera impartía, siempre con buen humor, una amena clase de estadística
aplicada a la educación. Era justo y, sobre todo, comprometido con su labor. Yo
solía escribirle notas al final de las tareas, exponiéndole mis dudas:
respondía siempre de manera amable y puntual. Luego me enteré que otras
compañeras lo hacían también y les daba la misma atención. Yo admiraba esa
dedicación personalizada y se lo expresé en unas breves líneas al final de una
tarea. Me la devolvió calificada sin el pedazo de papel donde estaba el
mensaje.
Años después, se convirtió en director de la entonces Escuela Nacional
de Estudios Profesionales Acatlán donde me había formado y en la que ya me
desempeñaba como docente. Un día, me mostró que aún guardaba minotita en la
cartera. Me conmovió el detalle y me identifiqué plenamente con él, porque yo
también conservo todas las muestras de reconocimiento que he recibido de
algunos estudiantes, como 17 cartas y pequeños obsequios. Cuando siento
flaquear mi vocación docente, acudo a ellas para recordar por quienes y con qué
propósito sigo en la enseñanza. Mi experiencia de casi 25 años como educadora
ha sido muy gratificante, aunque no exenta de sinsabores. He visto cómo la
figura docente, especialmente de los niveles básicos, se ha ido devaluando
progresivamente. Hay chistes, caricaturas y viñetas sobre ese asunto, pero no
se trata de algo gracioso, sino más bien grave.
En los últimos años, la labor
de los profesores se ha ido volviendo cada vez más compleja, ardua y
desafiante, en especial frente a la falacia de que los maestros pueden ser
desplazados eventualmente por el vertiginoso avance de las tecnologías de la
información y la comunicación. Todo lo contrario: justo en esta era de la
Internet es más importante su papel como orientadores de las nuevas
generaciones. El mundo globalizado del siglo XXI presenta muchos retos en la
cotidianidad de los niños y los jóvenes, quienes requieren el desarrollo de
varios tipos de saberes, como los ha definido la UNESCO: saber aprender, saber
ser,saber hacer, saber convivir. Integrar los conocimientos, habilidades y
valores necesarios para ello,implica un gran esfuerzo de padres y maestros.
Cada vez es menos frecuente que un profesor se limite simplemente a exponer un
tema en clase. El avance del conocimiento y la innovación en los modelos
pedagógicos están obligando al ejercicio de más de un papel en la docencia:
facilitador del aprendizaje, tutor, orientador educativo, diseñador de
materiales didácticos, elaborador de instrumentos de evaluación, asesor para
padres, mentor o guía de colegas novatos, etc. Dirección General de Formación
Continua de Maestros en Servicio
Elena Luchetti (2008: 70) propone
una nueva matriz de formación docente que responda a las exigencias de la
educación contemporánea que implica formarse en y para:
a) la diversidad de la sociedad
que está cada vez más interconectada;
b) la educación permanente: por
la actualización constante que requiere el progreso acelerado del conocimiento;
c) el trabajo por competencias en un mundo laboral en continua especialización,
d) la selección de contenidos: en
la maraña de una red de información no siempre veraz y confiable, adecuados a
las necesidades actuales del conocimiento;
e) el empleo de otros espacios
curriculares, además de la clase magistral (seminarios, talleres, mediatecas,
laboratorios, prácticas de campo, modelos abiertos y a distancia, etc.);
f) favorecer la autonomía, o la
capacidad de ser independiente;
g) fomentar la participación que
lleva al aprendizaje colaborativo y al compromiso social;
h) articular interáreas,
interciclos e interniveles, para romper con los modelos curriculares
atomizados;
i) la resolución de problemas y
el trabajo por proyectos, puesto que el desarrollo más justo de todas las
naciones requiere la solidaridad y la cooperación;
j) la resolución de conflictos,
en un mundo caracterizado por más contactos interculturales y, por ello,
propenso a ciertos desencuentros entre personas y comunidades de orígenes
diversos. Álvaro Marchesi (2007) explica que en la figura docente se
interceptan tres esferas: la de las competencias profesionales, la de las
emociones y la de la responsabilidad ética y social.
El profesor del siglo XXI se mueve, como sus
estudiantes, en la sociedad de la incertidumbre. Por lo que se refiere a las
competencias profesionales que debe desarrollar un docente, Marchesi coincide
en lo que propone Luchetti:
a) Fomentar el deseo de los alumnos por ampliar
sus conocimientos.
b) Cuidar la adecuada convivencia
escolar.
c) Favorecer la autonomía moral
de los alumnos.
d) Desarrollar una educación
multicultural.
e) Cooperar con la familia.
f) Trabajar en colaboración y
equipo con otros compañeros.
En cuanto a las emociones del
profesorado, Marchesi señala que, si bien se espera que el docente vele por el
desarrollo afectivo de los estudiantes, no se ha dado la misma atención al
docente en la escuela del nuevo
milenio hecho evidente de que el profesor es un ser humano que requiere
bienestar emocional para desempeñarse de manera adecuada y efectiva en su labor
educativa. La construcción de la identidad profesional como docente es un
proceso largo y difícil que conlleva introspección y cuestionamiento continuos.
La preparación del profesorado supone la adquisición y actualización de
conocimientos y técnicas, pero también de un acompañamiento en la formación
integral de la persona. La relación pedagógica incluye una implicación
emocional y afectiva con los estudiantes que requiere apoyo,orientación y
revisión continua por parte de los formadores de docentes.
El ejercicio de cualquier
profesión exige responsabilidad y sentido ético. En la docencia, esto se
acentúa porque se pone en juego la formación de seres humanos, así que en la
personalidad moral del docente deben concurrir la equidad, la compasión y el
compromiso social. Hace algunos años ya había revisado la evolución del encargo
docente (De la Garza, 2003: 33)y propuse que la formación y superación continua
del profesorado debería atender tanto el ámbito profesional, como el personal
en cinco áreas:
A) Disciplinaria, es decir la
actualización continua en los contenidos que se enseñan.

B) Pedagógica, o sea, la
incorporación en la propia práctica de innovaciones teórico- prácticas en el
campo educativo.
C) Tecnológica e instrumental
para el manejo eficiente de las herramientas electrónicas y de la informática.
D) Cultural, con referencia a las
habilidades de comunicación del docente (lectura, escritura, expresión oral),
así como a su acervo cultural personal y a sus intereses estéticos.
E) Desarrollo humano, lo cual implica un auto conocimiento para el mejoramiento de actitudes hacia sí mismo y hacia otros, carácter, valores, salud física y emocional.
Ana María Martínez (2008) con base en el enfoque por competencias, y retomando a Zabalza(2007), agrega a lo enumerado previamente, que: “los profesores ahora deberán ser generadores, innovadores y experimentadores de conocimientos y actitudes utilizándolas en las aulas, con sus colegas y en las instituciones a lo largo de la vida”, para contribuir a un sistema educativo de calidad, para el cual propone diez dimensiones más o menos similares a lo ya expuesto hasta ahora.
Estamos de acuerdo en que lo que hemos presentado hasta aquí corresponde a lo que idealmente debería concurrir en la figura docente, pero ¿cómo se puede demandar a los profesores que se empeñen en formarse en todas estas competencias, si en los últimos tiempos su valor como agentes del desarrollo social se ha ido deteriorando en aras de un supuesto respeto por el alumno? Si se quiere exigirles que se preparen mejor, los padres y las autoridades escolares deberían devolverles la dignidad y la autoridad que han estado socavando desde hace tiempo con las actitudes permisivas hacia niños y jóvenes, con las cuales retardan su madurez y los hacen indolentes, indisciplinados y poco respetuosos con sus maestros.
Empecemos por reconocer, como afirma Ana María Martínez (2008) que la labor docente es muy ardua si se quiere llevar con éxito, alta responsabilidad, ética, compromiso con los estudiantes, con la institución y con la sociedad a la que se pertenece… Después de revisar todo lo que exige el encargo docente en el nuevo milenio, la sociedad en su conjunto debe brindar apoyo incondicional a los profesores porque junto con los padres, son los formadores de los hombres del futuro.
¿Quién quiere seguir la profesión de la enseñanza? Ana María Martínez (2008) con base en el enfoque por competencias, y retomando a Zabalza(2007), agrega a lo enumerado previamente, que: “los profesores ahora deberán ser generadores, innovadores y experimentadores de conocimientos y actitudes utilizándolas en las aulas, con sus colegas y en las instituciones a lo largo de la vida”, para contribuir a un sistema educativo de calidad, para el cual propone diez dimensiones más o menos similares a lo ya expuesto hasta ahora.
Estamos de acuerdo en que lo que hemos presentado hasta aquí corresponde a lo que idealmente debería concurrir en la figura docente, pero ¿cómo se puede demandar a los profesores que se empeñen en formarse en todas estas competencias, si en los últimos tiempos su valor como agentes del desarrollo social se ha ido deteriorando en aras de un supuesto respeto por el alumno? Si se quiere exigirles que se preparen mejor, los padres y las autoridades escolares deberían devolverles la dignidad y la autoridad que han estado socavando desde hace tiempo con las actitudes permisivas hacia niños y jóvenes, con las cuales retardan su madurez y los hacen indolentes, indisciplinados y poco respetuosos con sus maestros.
Empecemos por reconocer, como afirma Ana María Martínez (2008) que la labor docente es muy ardua si se quiere llevar con éxito, alta responsabilidad, ética, compromiso con los estudiantes, con la institución y con la sociedad a la que se pertenece… Después de revisar todo lo que exige el encargo docente en el nuevo milenio, la sociedad en su conjunto debe brindar apoyo incondicional a los profesores porque junto con los padres, son los formadores de los hombres del futuro.
Yo acepto el desafío. Tomado de pálido punto de luz < http://palido.deluz.mx/articulos/257>
ACTIVIDAD • Organicen equipos de trabajo e intercambien comentarios
sobre la lectura, como propuesta orienten sus apreciaciones sobre los tres
ámbitos o esferas que influyen en la formación docente:
- Las competencias profesionales,
- el trabajo con las emociones y
- la responsabilidad ética y social. •
Revisen el esquema Nuevos planteamientos
pedagógicos y didácticos.
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